viernes, 11 de febrero de 2022

D-IX, la droga nacionalsocialista para superhombres.

En el siglo pasado se sabe que se hicieron infinidad de experimentos con los seres humanos, pero desde luego que el voy a exponer a nuación se lleva la palma. Esta droga era la última arma secreta de Adolf Hitler para ganar la Guerra, no todo el mundo ha oído hablar de ella. Los nacionalsocialistas la fabricaron y su objetivo principal era el de convertir a sus soldados alemanes en auténticos superhombres invencibles.
Os pongo en contexto previamiente, Noviembre del año 1944, la droga fue probada con los prisioneros de los supuestos campos de exterminio (según la versión oficial), a los que los nacionalsocialistas obligaban a realizar las llamadas "Marchas de la muerte".
La orden había partido del Cuartel Central del Führer. Se había encargado la mezcla a un equipo de expertos en torno al farmacólogo Gerhard Richard Theodor Orzechowski. Lo que se buscaba era una droga que mantuviera despierto al soldado durante un periodo muy prolongado durante el tiempo y que le provocase voluntad de luchar.
El farmacólogo Orzechowski.

En el año 1933 los nacionalsocialistas emprendieron una campaña contra el consumo de drogas, sobre todo la cocaína, que era muy bien vista por la jet-set de la década de los años 20 del siglo pasado.
Anuncio de gotas con cocaína para paliar el dolor de muelas, la cura era instantánea según ellos.

Pero cuando la guerra comenzó se inciaron una serie de experimentos con anfetaminas, que estuvieron presentes en prácticamente todos los frentes de guerra con el nombre de "Pervitin".
Entre los meses de Abril y Diciembre de 1939, 29 millones de estas píldoras fueron entregadas a las tropas nacionalsocialistas.

Sin duda tocaron con la tecla correcta, era una fórmula mucho más evolucionada. Esta droga novedosa por entonces fue llamada D-IX, contenía varias sustancias, la cocaína entre ellas, podía convertir a los soldados alemanes en guerreros de resistencia casi ilimitados. En resumidas cuentas se trata de un potenciador del rendimiento experimental desarrollado por la Alemania nacionalsocialista en 1944, para aplicaciones militares.

Una dosis contenía 5 mg. de oxicodona (de la marca Eukodal, un opioide analgésico), 5 mg. de cocaína (anteriormente mencionada) y 3 mg. de metanfetamina (de la marca Pervitin, también mencionada antes).

La Alemania de aquella época tenía gran cantidad de proyectos que buscaban mejorar el rendimiento de sus soldados. Por ejemplo, ya tuvieron éxito con drogas más simples como Pervitin e Isophan que ayudaron a mantener a los soldados estimulados. El vicealmirante Hellmuth Heye en Marzo de 1944 solicitó una droga que también pudiera proporcionar a los usuarios una fuerza sobrehumana y una mayor autoestima.
Hellmuth Heye, una de las cabezas pensantes principales de esta droga.

El farmacólogo Gerhard Orzechowski y un grupo de otros investigadores fueron comisionados en Kiel para desarrollar este medicamento. Desarrollaron una fórmula que contenía en cada tableta: 5 mg de oxicodona (marca Eukodal), 5 mg. de cocaína y 3 mg. de metanfetamina (en su momento se llamaba Pervitin, actualmente lo lleva la marca Desoxyn).
Tras realizar toda clase de pruebas los nacionalsocialistas aprovisionarían con esta droga a todas las tropas de la Wehrmacht, el ejército alemán regular.
Esta droga fue probada en el Campo de Concentración de Sachsenhausen, en el norte de Berlín, según el criminólogo Wolf Kemper, uno de los autores del libro "Nazis on Speed", un libro que explica en concreto el tema de las drogas durante el Tercer Reich.
Tropas alemanas en Varsovia, 1939.

En Sachsenhausen, el equipo alemán de investigación D-IX escogía prisioneros de entre los internos destinados a su eliminación, y formaban con ellos una especie de "comandos".

Wolf Kemper cita al hijo del explorador noruego Fridtjof Nansen, Odd Nansen, quien estuvo internado como prisionero en Sachsenhausen.
Odd Nansen declara que en una ocasión pudo ver a un grupo de 18 prisioneros, cargados con sacos de 20 kilos de peso. Obligaban a aquel grupo de prisioneros a que recorrieran en círculo y sin detenerse cerca de 90 kilómetros, esos comandos eran conocidos como "Las patrullas de las píldoras".

Los miembros de estos comandos cantaban y silbaban durante la marcha primeramente, pero tras pasar un día completo, la mayoría de ellos estaban al borde del ataque y se desplomaban, según había comentado Nansen en su diario íntimo.

En el campo de Sachsenhausen fueron internados más de 200.000 prisioneros procedentes de 40 naciones, de los cuales la mitad murieron, muchos en las llamadas "Marchas de la muerte", antes de la liberación por tropas soviéticas. Los registros que se encontraron indicaban que prisioneros provenientes de esa ciudad podían marchar hasta 90 kilómetros por día sin descansar mientras llevaban una mochila con 20 kilos de peso. Wolf Kemper fue quien redescubrió este proyecto en los registros que se encontró.
Desde la cúpula nacionalsocialista se hicieron reiterados esfuerzos por ocultar las muertes que sufrían los soldados, achacándolas al estrés que se sufrían en primera línea de combate. El único que se decidió a investigar que estaba pasando realmente fue el doctor Leonardo Conti, médico jefe del Tercer Reich.
Conti, pese a denunciar este caso, también era otro doctor temible como Mengele.

Conti fue la autoridad más importante dentro del sistema sanitario nacionalsocialista. Nacido en la parte italiana de Suiza –al igual que su padre-, tras la muerte de Gerhard Wagner en 1939 se convirtió en el jefe del Departamento de Salud del Reich, el único gerifalte que se propuso destapar el lado oscuro del uso masificado de esta droga. Recogiendo los informes que diversos médicos militares habían redactado, Conti emitió una queja formal acerca de los estragos que esta sustancia estaba causando entre la tropa, llegando éste a insistir en que dicha sustancia fuese incluida dentro del catálogo de productos prohibidos por el Tercer Reich, hecho que consiguió en 1941.

Como resultado de esto ya no podía comprarse sin receta médica en las farmacias. Se pretendía con ello restringir su acceso a la población civil.

Para la filosofía nacionalsocialista el uso de drogas estaba totalmente prohibido. Pero pese al empeño que puso Leonardo Conti por paralizar el uso sistemático de la misma dentro de la Wehrmacht, la cúpula militar decidió, a sabiendas de los daños colaterales que sobre la salud de sus soldados implicaba la ingesta de esta droga, continuar suministrándola entre la tropa combatiente.

El Doctor jefe del campo, Heinz Baumkötter, fue procesado como criminal de guerra por un tribunal militar de la unión soviética en octubre de 1947; lo juzgaron y fué condenado a cadena perpetua. En 1956 fue juzgado de nuevo por un tribunal de la República Federal de Alemania, y condenado por asesinato.
Tiene una fotografía que cuelga todavía en el laboratorio de patología de Sachsenhausen.

Los médicos alemanes encontraron los resultados como prometedores, hasta planearon suministrar las píldoras las tropas alemanas, pero llegaba demasiado tarde al Tercer Reich y ya no había tiempo para que fuese producida a gran escala debido al imparable avance de los aliados, la guerra terminó antes de que D-IX pudiera ponerse en producción en masa. Llegó a ser usado en pilotos de los aviones Neger y los submarinos Biber.
Un Neger con su operador siendo lanzado, 1944-1945.
Submarino enano Biber.

Os dejo con un vídeo narrado por Dross acerca de esta droga.


Muchos os preguntaréis qué hubiese sido de la historia si esto hubiese llegado a tiempo en favor del bando nacionalsocialista alemán.

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