viernes, 4 de febrero de 2022

Thrill Kill: el poder de la censura.

Uno de los juegos que más te pueden llegar a enganchar de la época de Play Station, aunque eso sí, nunca llegó a salir al mercado.
El juego del que os voy a hablar, desarrollado por Paradox Development, destaca sobre todo porque contenía una violencia tan explícita y exagerada que la compañía encargada de distribuírlo (Virgin Interactive) se negó a manchar su imagen publicándolo, obligando a sus desarrolladores a distribuirlo por los oscuros mundos de Internet de manera no oficial.

Allá va historia del polémico Thrill Kill:

Como ya os adelantaba en la introducción, este videojuego fue injustamente castigado por culpa de su temática tan… gore. Si a día de hoy, en pleno 2022, siguen habiendo problemas con juegos violentos (recordemos por ejemplo otro caso similar, como por ejemplo el de Manhunt 2, que Rockstar Games realizó una modificación al juego, suavizando su nivel de violencia, aunque bueno, en la PSP se puede jugar sin esa censura. Otro caso es el de Hatred, muy particular. Hay juegos muy violentos, entre ellos varios shooters o el GTA, pero como la ”finalidad” de esos juegos es otra, entonces ésos no se prohíben, de esa forma se incrementa más si cabe la doble barra de medir que tienen), imaginad lo impactante que sería en el año 1998 un juego en el que decapitaciones, desmembramientos e incluso violencia de tipo sexual, con todo lujo de detalles, era lo que más abundaba.

Todas las ejecuciones sin censura del Manhunt 2.
Hatred, otro de los juegos que levantó mucha polémica.

Este es el único juego que conozco, en tantos años como jugador, en el que nada más introducir el CD-ROM en la consola, se nos “invita”, a través de una pantalla de aviso, a abandonar el juego si no superamos la edad de los 18 años, acusándonos incluso de estar violando leyes locales y federales en caso no aceptar dicha precaución.
No os voy a negar que precisamente la polémica levantada por este título es lo que atrae a jugarlo, pero detrás de tantas injurias, sangre y violencia -he llegado a oír de personas adultas que Thrill Kill es un juego para enfermos mentales-, se esconde un sistema de juego bastante interesante y cuidado.

En la hora de la acción como tal encarnábamos el alma de uno de los hasta 12 personajes jugables (al principio son 8), cada cual con un pasado más tenebroso y oscuro, para luchar en un torneo organizado por un demonio en el que se nos da la oportunidad de, si ganamos, volver a la vida y tener una “segunda oportunidad”.
Los ocho personajes jugables originales (de izquierda a derecha): Tormentor, The Imp, Belladonna, Mammoth, Violet, Cleetus, Dr. Faustus y Oddball.

Como digo, los personajes murieron en su primera vida, y por culpa de su oscura actuación se ven en la obligación de luchar en este infierno personalizado por el demonio Marukka.
Así es el menú de selección de personajes.

No son personajes típicos, ni simples luchadores que pasan desapercibidos ante el jugador.

Todos ellos tienen su punto especial que los hace interesantes y, dentro de lo que cabe, atractivos; por ejemplo tenemos al Doctor Faustus, un cirujano plástico de Los Ángeles que intencionalmente desfiguraba con su bisturí a todos sus pacientes. Se inyectó en la cara una especie de trampa para osos (no preguntéis) y a causa de la infección de los metales murió.
O Cleetus, un caníbal que usa como arma una pierna de sus víctimas, la cual da de vez en cuando durante los combates da mordiscos, mostrando orgullosamente su canibalismo.
No vivía solo de la polémica este juego tan especial, ya que quien se atrevía a jugar descubría un sistema de combates bastante curioso y de calidad. Una vez elegido el personaje al que manejaríamos nos soltaban en un escenario (que generalmente plasmaba ese pasado oscuro de cada personaje anteriormente mencionado) junto con otros 3 combatientes. El objetivo, como es obvio, era ser el último superviviente.

Las peleas del juego.

Los personajes contaban con una barra de poder que se iba llenando cada vez que dañábamos a alguien. Una vez la barra llegaba a completarse, desatábamos una especie de “poder” en el que agarrando a un personaje (con cualquiera de los 4 botones de acción) lo matábamos del tirón de una forma violentísima. Según el botón que pulsáramos, la muerte era diferente (aunque común para todos los personajes). Una vez quedara en el “ring” solo dos personajes, el que consiguiera llenar su barra de poder podía desatar su poder específico en el que realizaba una muerte todavía más violenta que las anteriores y totalmente personalizada según el personaje. Por ejemplo, la muerte especial de un personaje que usaba zancos, “The Imp”, consistía en poner al rival de rodillas e introducirle el zanco por la garganta hasta salirle por el pecho y reventarlo. Y el resto de muertes especiales van muy por el estilo, cada cual más rebuscada y enfermiza.
El zancudo personaje.

Había otro, la versión bizarra mitad Ryu mitad Ken, uno de los subjefes desbloqueables, gemelos deformados sin piernas unidos por el esternón, ¡legendario!

Sin duda un juego extraordinario en cuanto a niveles de violencia.

Gráficamente también apuntaba bastante alto. Para empezar porque estamos hablando de un juego de lucha en 3D donde había cuatro combatientes en pantalla, que hoy os parecerá algo normal, pero en esos tiempos no era precisamente habitual ver cosas así. Cada personaje tenía su diseño, sus propias animaciones, y siempre totalmente diferente del resto. Los escenarios también estaban bastante bien detallados, la sangre que se iba derramando quedaba momentáneamente impregnada por el lugar, consiguiendo un efecto de poderío gráfico verdaderamente grande para la época.

Violencia explícita, lucha y gore, pura diversión, prohibido y censurado a más no poder. La OST era un delicioso Death Metal/Industrial, Contagion y Dying Fetus, la hostia.

La OST original.

Es una pena que un juego con tanto potencial se viera tan perjudicado por una sociedad en la que todavía no asumía (ni asume) que esto de los videojuegos no es un entretenimiento exclusivo de niños. Probablemente, de haberse lanzado en el mercado, Thril Kill hubiera arrasado en ventas, ya no solo por la polémica, que todos sabemos lo que vende eso, sino porque como juego de lucha, mirándolo objetivamente, era bastante bueno. Una mezcla explosiva que hubiera reventado el mercado.

En mi humilde opinión este juego es una obra maestra en todos los sentidos. Si te gustan los juegos de lucha y encima te mola el rollo gore, es obligatorio jugarlo.

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