viernes, 4 de marzo de 2022

El experimento de obediencia de Milgram.

Si bien hace unos meses esceibí en este blog una entrada sobre el experimento de Asch, en esta ocasión vengo con otro diferente pero que va en la misma línea por así decirlo, y es que el experimento de Milgram fue una serie de experimentos de psicología social realizados por Stanley Milgram, un psicólogo de la Universidad de Yale.
Fue descrito en un artículo publicado en 1963 en la revista Journal of Abnormal and Social Psychology, lo llamaron «Behavioral Study of Obedience» («Estudio del comportamiento de la obediencia») y resumida en 1974 en su libro Obedience to authority. An experimental view (Obediencia a la autoridad. La perspectiva experimental).
Lo que se quería estudiar era la disposición de un participante para obedecer las órdenes de una autoridad aun cuando estas pudieran entrar en conflicto con su conciencia personal. ¿Tú podrías provocar daño físico a personas desconocidas? Lo más lógico es pensar que no, aunque si te ordenaran hacerlo, ¿cómo reaccionarías? Eso es lo que se preguntaba Milgram, interesado en estudiar el comportamiento humano en contextos de presión.

Primeramente es importante saber quién es exactamente Stanley Milgram, un neoyorkino que nació en el año 1933, y se especializó en el campo de la Psicología Social, terreno en el que llevó a cabo controvertidos y muy populares experimentos que le proveyeron de gran fama, siendo uno de los psicólogos más citados del siglo XX. Su interés se centraba en el comportamiento social, sobre el cual aportó numerosas claves.
Stanley Milgram.

Doctorado en Harvard y habiendo sido profesor en diferentes Universidades, Milgram muere en 1984, dejando un trabajo entre los cuales destacan experimentos que siguen siendo muy influyentes hasta hoy en día (está más vivo este tema que nunca), como el experimento de la obediencia.

La familia de Milgram, de procedencia Europea y religión judía, estuvo implicada en el supuesto Holocausto nacionalsocialista, según la versión oficial, claro está. Estos eventos según el mismo Milgram aseguró, influenciaron mucho en él para que más adelante tratase de comprender el comportamiento grupal, la ética y los efectos de la influencia social.
Milgram resumiría su experimento en su artículo Los peligros de la obediencia en 1974 escribiendo:
Los aspectos legales y filosóficos de la obediencia son de enorme importancia, pero dicen muy poco sobre cómo la mayoría de la gente se comporta en situaciones concretas. Monté un simple experimento en la Universidad de Yale para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano corriente a otra persona simplemente porque se lo pedían para un experimento científico. La férrea autoridad se impuso a los fuertes imperativos morales de los sujetos (participantes) de lastimar a otros y, con los gritos de las víctimas sonando en los oídos de los sujetos (participantes), la autoridad subyugaba con mayor frecuencia. La extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier requerimiento ordenado por la autoridad constituye el principal descubrimiento del estudio.
El método, realizado en 1961, estaba basado en que a través de un cartel colocado en una parada del autobús en Florida (Connecticut) se buscaban candidatos voluntarios para participar en un ensayo relativo al «estudio de la memoria y el aprendizaje» en Yale, por lo que se les pagaba cuatro dólares (equivalente a 28 dólares actuales) más dietas. A los voluntarios que se presentaron, se les ocultó que en realidad iban a participar en una investigación sobre la obediencia a la autoridad, ellos no lo sabían. Los participantes eran personas de entre 20 y 50 años de edad de todo tipo de educación, desde los que acababan de salir de la escuela secundaria a participantes con doctorados.
La sala donde se llevó a cabo el experimento.

Para llevar a cabo el experimento, Milgram seleccionó a un total de cuarenta participantes masculinos explicándoles que iban a participar en un estudio sobre el aprendizaje conducido por la Universidad de Yale.
Durante el procedimiento, los seleccionados fueron informados de que estarían emparejados con otros participantes que estarían en otra habitación. Estos últimos serían “aprendices”, mientras que ellos serían los “educadores”. Lo que los participantes seleccionados por Milgram no sabían es que los aprendices eran simples actores mientras que todos ellos tendrían el rol de “educadores”. Además, estarían acompañados por un experimentador que les daría instrucciones, siendo estos actores también.
A los “educadores” se les explicó que debían pulsar un botón que provocaría una descarga eléctrica en los «aprendices”, cada vez que estos fallaran a una pregunta. La descarga iría desde muy suave a cada vez más dolorosa, dependiendo de la cantidad de fallos que los aprendices obtenían. Los aprendices, actores contratados, fingían que sufrían cada vez más dolor conforme la descarga era mayor.
Cuando la descarga era demasiado dolorosa, algunos “educadores” podían negarse a llevarla a cabo. En ese momento, el experimentador acompañante debía alentarles a hacerlo a través de afirmaciones como “El experimento requiere que continúes” o “No tienes otra opción que continuar”.
A medida que se avanzaba en el experimento se instigaba a los participantes a infligir la descarga de mayor voltaje, exactamente la de 450 voltios.
Durante una encuesta previa a varios estudiantes, se puso en relieve como casi todos creían que los participantes no llegarían a cometer este daño, sin embargo, los resultados arrojaron unos datos sorprendentes: Un 65% de los participantes obedecieron al experimentador y llegaron a propinar la mayor descarga. Todos ellos en general llegaron a infligir descargas de hasta 300 voltios.
La explicación de la imagen es que el investigador persuade al participante para que dé lo que éste cree son descargas eléctricas dolorosas a otro sujeto, el cual es un actor que simula recibirlas. Muchos participantes siguieron dando descargas a pesar de las súplicas del actor para que no lo hiciesen. Los experimentos comenzaron en Julio del año 1961, tres meses después de que Adolf Eichmann fuera juzgado y sentenciado a muerte en Jerusalén por crímenes contra la humanidad durante el Régimen nacionalsocialista en Alemania. Milgram ideó estos experimentos para responder a la pregunta: ¿Podría ser que Eichmann y su millón de cómplices en el (supuesto) Holocausto solo estuvieran siguiendo órdenes? ¿Podríamos llamarlos a todos cómplices?
Adolf Eichmann durante su juicio en Israel.
"Monté un simple experimento en la Universidad de Yale para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano corriente a otra persona simplemente porque se lo pedía un experimento científico. La férrea autoridad se impuso a los imperativos morales de los sujetos”.
Pese a que unos cuantos participantes trataban de negarse en ciertos momentos al escuchar las quejas y gritos ficticios de los “aprendices”, las conclusiones eran evidente, cualquier persona normal sin un instinto homicida previo era proclive a hacer daño a otro cuando se trataba de seguir las órdenes de un superior. Esto era más probable cuando la figura de autoridad se constituía como legalmente o moralmente legítima y cuando no existía un contacto físico directo con la víctima. Un ejemplo gráfico del experimento en cuestión:
Los resultados del experimento fueron los siguientes:
A mí me hace recordar que en esta plandemia que venimos viviendo desde 2019 tiene muchas similitudes en tanto en cuanto los de bata blanca echan balones fuera y no quieren asumir responsabilidades, aludiendo siempre que ellos solo obedecen órdenes, los famosos protocolos de la muerte, que tantas vidas y sufrimiento han dejado y siguen haciéndolo todavía. Qué menos que si eres un sanitario y te das cuenta de que lo que haces no es lo correcto entonces lo suyo sería dejar de actuar como te ordenan y actuar en base a lo que de verdad crees que es lo correcto, incluso si eso significa que te lluevan críticas por vía de los medios oficialistas, eso no importa, en esta vida hay que ir con la cabeza bien alta y orgulloso de hacer el bien en todo momento, independientemente de lo que digan los demás. ¿Serían capaces los médicos de actuar de la misma manera que hemos visto si no hubiesen unas órdenes maquiavélicas detrás? Personalmente no lo creo.

Además de este proyecto, Milgram realizó otro en el que se utilizaban ratones de experimentación. El experimento consistía en mostrarles la salida a los ratones, dentro de una caja de paredes electrificadas. El ratón entendía que la salida no le beneficiaba y seguía a la próxima pared, para así encontrar la salida. El experimento muestra que el ratón, tanto como el ser humano, puede ser condicionado con presión para hacer lo que pide el demandante o maestro como en el experimento con alumnos.

El profesor Milgram elaboró dos teorías que explicaban sus resultados:

La primera es la teoría del conformismo, sustentada en el trabajo de Solomon Asch, que describe la relación fundamental entre el grupo de referencia y la persona individual. Un sujeto que no tiene la habilidad ni el conocimiento para tomar decisiones, particularmente en una crisis, transferirá la toma de decisiones al grupo y su jerarquía. El grupo es el modelo de comportamiento de la persona.
La segunda es la teoría de la cosificación, donde, según el propio Stanley, la esencia de la obediencia consiste en el hecho de que una persona se mira a sí misma como un instrumento que realiza los deseos de otra persona y por lo tanto no se considera a sí mismo responsable de sus actos. Una vez que esta transformación de la percepción personal ha ocurrido en el individuo, todas las características esenciales de la obediencia ocurren. Este es el fundamento del respeto militar a la autoridad: los soldados seguirán, obedecerán y ejecutarán órdenes e instrucciones dictadas por los superiores, con el entendimiento de que la responsabilidad de sus actos recae en el mando de sus superiores jerárquicos.
Hay otras interpretaciones, por ejemplo el profesor Robert Shiller argumenta que otros factores podrían ser parcialmente capaces de explicar los experimentos de Milgram:
Robert Shiller.
"Las personas han aprendido que cuando los expertos les dicen que algo está bien, probablemente lo sea, incluso si no parece ser así". (De hecho, vale la pena señalar que en este caso el experimentador era realmente correcto: estaba bien continuar dando los «golpes» —aunque la mayoría de los sujetos no sospechaban la razón—).

Una diferente describe que los resultados de Milgram invoca la perseverancia de la creencias como la causa subyacente. Lo que «no se puede contar con la gente es darse cuenta de que una autoridad aparentemente benevolente es de hecho malévola, incluso cuando se enfrentan a pruebas abrumadoras que sugieren que esta autoridad es realmente malévola. Eso apunta a que la causa subyacente de la conducta de golpe de los sujetos podría ser conceptual, y no la supuesta "capacidad del hombre para abandonar su humanidad a medida que fusiona su personalidad única en estructuras institucionales más grandes".

Los experimentos en Psicología, y en especial en Psicología Social tuvieron un auge entre los años 1950 y 1970. El experimento de la conformidad de Solomon Asch (1951); el experimento de la obediencia de Milgram (1961-1962), el experimento de la cárcel de Stanford de Zimbardo (1971, del cual seguramente haré una entrada próximamente), por decir unos cuantos, son los más populares y coinciden en haberse realizado con posterioridad a la declaración de códigos de Núremberg (1947).
El experimento de Asch.
El experimento de la cárcel de Stanford de Zimbardo.

El código de Núremberg distingue el valor que los experimentos con seres humanos pueden tener para el estudio de distintos aspectos de la condición humana que podrían conducir a resultados provechosos para la sociedad, y propone a su vez unos principios que apuntan a satisfacer conceptos morales, éticos y legales. Se encontraba en plena vigencia antes de la realización de todos éstos experimentos, sin embargo, ninguno de los profesionales tuvo en cuenta que los experimentos realizados entraban en contradicción con sus principios.
Existen varias variaciones de su experimento, se dio cuenta de que al aumentar la cercanía física de la víctima, disminuía la obediencia del participante. La obediencia también disminuía al aumentar la distancia física respecto de la autoridad. En el caso de realizar el experimento con mujeres en vez de con hombres vio que la obediencia no varió significativamente, pero ellas manifestaron haber experimentado mayores niveles de estrés. Milgram también combinó el poder de la autoridad con la conformidad. Recientes variaciones sugieren que la interpretación no supone obediencia ni autoridad, sino que los participantes sufren una desolación aprendida, donde se sienten incapaces de controlar el resultado, por lo que abdican de su responsabilidad personal. En un experimento reciente, donde se usó una simulación de computadora en lugar de un aprendiz que recibía descargas, los participantes que administraban las descargas eran conscientes de que el aprendiz era irreal, pero aun así los resultados fueron los mismos.

Los experimentos de Milgram tuvieron críticas y controversia, principalmente alegaban la falta de ética del experimento que despertaba un estrés extremo en los participantes, algunos de los cuales llegaron a vivir estados de ansiedad y no supieron que el daño que habían hecho no era cierto hasta meses después. También muchas otras personas han criticado la falta de validez de los estudios, poniendo en evidencia la sospecha de algunos de los participantes de saber que ellos eran quienes eran estudiados. Sea como sea, es un hecho que todo esto ha sido una fuente bastante importante de influencia de cara a lo que vino después.

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